Foto: Ben Goode
La crisis climática representa sin duda, uno de los mayores desafíos del siglo XXI. En una sociedad capitalista, donde la tecnología se acelera; el consumo excesivo es evidente, tenemos el reto de transformarnos en una sociedad más consciente frente a lo que pensamos, actuamos y consumimos.
Y es que, según la Organización Mundial de la Salud, los costos sanitarios asociados al cambio climático alcanzarán entre 2.000 y 4.000 millones de dólares en 2030. La salud y la productividad se verán cada vez más afectadas por los picos de temperaturas.
No siendo poco, cada año se destruyen diez millones de hectáreas de bosque en el mundo, según la ONU.
Y ENTONCES, ¿QUÉ HACER PARA CONTRARRESTAR ESTA SITUACIÓN?
Empezar por la casa, con actos tan sencillos como reciclar o reducir el consumo de carne, ayuda a disminuir los gases efecto invernadero, favorece la salud mundial y contribuye a una cultura más verde.
Por otro lado, comprender que, aunque la moda es un sector interesante y hace parte de nuestra cotidianidad, debemos ser conscientes que detrás de cada prenda hay un consumo excesivo de agua para lograr su producción. Hay multinacionales que, aunque están trabajando en ello; sus condiciones laborales no son muy gratas. El exceso de publicidad nos invita a un “Fast fashion” sin precedentes. Los datos revelan que los tintes de la ropa y materiales que no se aprovechan, están contaminando nuestros ríos y mares.
Es importante hacer un “stop” y mirar cómo reutilizamos algunos productos, aprender a vender y comprar de segunda mano, entender de que trata la economía circular y aplicarla. Implementar políticas para que el plástico de un solo uso no se permita. Abrir la mente a otras opciones más amigables con el planeta.
Y aunque ya se está trabajando en muchas soluciones, como la transición energética, algunos planes de acción climática por parte de los gobiernos, la protección en algunas zonas de nuestro ecosistema marino…seguimos cortos. Falta más.
LA TECNOLOGÍA Y LA CRISIS AMBIENTAL
No debemos ver la tecnología como un enemigo, sino como un facilitador para contrarrestar y medir con datos e información el contexto ambiental. Que la innovación impulse nuevas prácticas que ayuden a gran escala al planeta. Como, por ejemplo, drones que siembren más árboles por minuto que lo que puede hacer un humano, o biotecnología que permita generar mayor calidad a nuestros suelos y alimentos, entre otros.
La apuesta como sociedad es ser cada vez más exigentes con las empresas que no tienen una intención de aportar a la madre naturaleza.
Un grano de arena vale más que NADA. Y es ahí, donde poco a poco, debemos gestionar nuestras acciones diarias a favor del medio ambiente. Es el mayor reto actual y de nuestro futuro.
By Paola Conde